¿Se imaginan negociando una indemnización con un robot? ¿O exigiéndole responsabilidad por algo?


Nadie puede negar la importancia que los robots tienen ya en la economía global. Es más, en nuestro entorno próximo, Europa, en términos de costes laborales esta podría ser una solución que le permitiría ser competitiva en el futuro. Alguno piensa que no solo no destruyen puestos sino que permite no situar una producción fuera de Europa.


De hecho, hay más de 100 proyectos en marcha, que cuentan con 500 millones de euros del séptimo programa marco de investigación y desarrollo implicados, y en ese escenario Europa quiere prever, adelantándose a cualquier país, las bases para dotar de un estatuto legal a lo que podríamos llamar robots. 


Ahora bien, el nivel de desarrollo que están alcanzando hace pensar a algunos que tienen cierta personalidad, como las sociedades, y merecen la libertad. Tal y como lo oye. El hecho de que logren una autonomía y se relacionen con su entorno hace que pensar que igual es  necesario que tengan sus propias normas. 


Porque toman sus propias decisiones y entienden lo que están haciendo, y esto es lo mismo que nos pasa a los humanos. Así, el grupo de trabajo sobre robótica e inteligencia artificial que el departamento legal del Parlamento europeo creó, contempla el estudio y la redacción de sus propias normas civiles.


Esto se traduce en que desde 2015 están preguntándose qué tipo de robots necesitan atención urgente e indagan sobre consideraciones de tipo ético.


Pongamos el ejemplo de los coches. Ya existen los coches conectados, los coches extendidos o abiertos, y todos ellos cumplen con esas características, toman decisiones y se relacionan con su entorno, eligiendo ellos mismos entre las opciones disponibles. Como Vd., o como yo cuando conducimos.


En definitiva, el final de la historia es que todo apunta a que se va a regular la libertad de los robots.


Por: Arcadio García Montoro