24 años de prisión es el saldo final de una trama que, al menos de momento, así termina para la expresidenta de Corea del Sur, Park Geun Hye. Es la condena que recibe de un tribunal de Seúl, a lo que se suma una multa de 16,8 millones de dólares, por su papel en la trama de corrupción que forzó su destitución en enero de 2017.

La fiscalía había pedido para ella 30 años de prisión y el pago de una multa de 95 millones de dólares por su papel principal en la red corrupta que ha sacudido a la clase política y económica del país.

La lectura de la sentencia se ha televisado en directo durante casi dos horas y considera probado que la expresidenta conservadora y su amiga Choi Soon-sil, la llamada “Rasputina”, crearon una vasta red de favores a través de la cual extorsionaron a grandes empresas del país como Samsung, Hyundai o Lotte con sobornos a cambio de favores políticos. Park ha sido declarada culpable de varios cargos de abuso de poder, coacción y soborno.

La exmandataria de 66 años llevaba detenida de manera preventiva desde marzo del año pasado y ha sido la primera jefa del Estado surcoreano destituida en democracia, cuyo cese motivó el adelanto electoral que ha llevado al liberal Moon-Jae in a la presidencia.

Park no ha estado presente en la lectura del fallo, alegando enfermedad, pero tampoco ha estado en ninguna de las citaciones anteriores y critica que el proceso es imparcial. Ahora tiene una semana para apelar.

A pesar del escándalo, la expresidenta todavía tiene seguidores leales en Corea del Sur, personas que apoyan su línea dura con Corea del Norte o eran seguidores de su padre, que gobernó el país durante 18 años y cuyo gobierno consideraron fundamental en la lucha contra la pobreza. Más de mil simpatizantes han salido a las calles de Seúl tras conocerse la sentencia.

Dentro de la misma trama de corrupción, se condenó el pasado agosto a Lee Jae-yong, el magnate surcoreano heredero del grupo Samsung, a cinco años de prisión. Sin embargo, en febrero de este año un alto tribunal surcoreano le exculpó de varios cargos, rebajó la pena a dos años y medio de cárcel y concedió al empresario la libertad condicional tras pasar prácticamente un año en prisión.

El escándalo ha expuesto lo que se ha sospechado en Corea del Sur durante mucho tiempo: la existencia de una amplia red entre la clase política gobernante y los grandes conglomerados empresariales dominados por dinastías familiares que controlan la economía.

De hecho, el gobierno de Moon se ha puesto como objetivo luchar contra el dominio de estos gigantes empresariales, como las mencionadas Samsung y Hyundai o LG, y que son la base de las exportaciones surcoreanas.

¿El fin de los chaebol responsables del milagro económico?


Los llamados chaebol han sido fundamentales en el desarrollo económico del país pero sus lazos demasiado fuertes con la política durante décadas y el escándalo de la Rasputina ha hecho difícil retrasar más su reforma. Las prioridades del Ejecutivo pasan por vigilar sus movimientos financieros, su fiscalidad y el reparto de acciones, entre otras muchas cosas.

Si bien se reconoce a estos grandes conglomerados como parte del éxito económico surcoreano, muchos políticos e inversores argumentan que el sistema es una suerte de reliquia cultural no adecuada para la economía actual. Se vigilan con recelo las inversiones por la preocupación ante las posibilidades de amiguismo y propiedad cruzada. La propia ciudadanía del país ve cada vez con peores ojos la consolidación del poder económico en manos de unas pocas familias y lo que eso conlleva para empresas más pequeñas y emprendedores.

El origen de los chaebol surcoreanos se remonta al mandato del padre de la depuesta presidenta, que tras tomar el poder con un golpe militar en 1963 impulsó la modernización de la mano de gigantes empresariales que emprendían grandes proyectos apoyados a menudo por financiación del gobierno.

Según cálculos Bloomberg y la Comisión de Comercio de Corea del Sur, en la actualidad hay 45 conglomerados que se ajustan al concepto tradicional de chaebol (clan de ricos) y los 10 principales poseen más del 27% de los activos comerciales del país.

La condena de los directivos del grupo Samsung hizo pensar que el momento decisivo para estos conglomerados había llegado, pero las dudas llegan ahora con la rebaja de la condena de Lee y crece la inquietud ante la posibilidad de que la pretensión del ejecutivo de Moon se quede en un mero intento.

En febrero de este año, el directivo del grupo Lotte, Shin Dong-bin también fue condenado a dos años y medio de cárcel por incumplimiento de obligaciones fiduciarias y malversación de fondos.