Situada en un valle, al amparo de las cumbres del Amboto y el Udalaitz y ubicada estratégicamente entre Vizcaya, Álava y Guipúzcoa, se alza la villa de Elorrio.

Creada en 1356 por Don Tello, señor de Vizcaya, fue declarada Conjunto Monumental en 1964… y no es para menos, ya que Elorrio atesora un excelso patrimonio histórico artístico. Basta un paseo por la ciudad para poder comprobarlo en la infinidad de palacios que salen al paso del visitante en cada rincón; como el Palacio Arespakotxaga, anexo a una de las puertas de la muralla;  la Casa Jara, espectacular por su tamaño;  o el Palacio Urkizu Tola, ubicado en el cruce de caminos a la entrada de la villa. La construcción de todos ellos comenzó en el siglo 17, aunque algunos fueron culminados varios siglos más tarde.

Si avanzamos en el tiempo, hacia los siglos XIX y XX, podremos conocer también el Palacio Olazabal, lugar de celebraciones de la alta sociedad; o el Palacio Urkizu Aldatsekua, actual casa del jubilado, que sorprende por su intenso colorido en tonos malvas.

El origen medieval de la villa lo podemos contemplar también en diversas construcciones que aún se hacen eco de la importancia de Elorrio en la antigüedad: restos de la muralla que fortificaba la ciudad o vestigios de torres de defensa y escudos de armas de notables nobles que dan testimonio del pasado glorioso de este romántico rincón. Tan romántico, que incluso podemos visitar la denominada “fuente del amor” o fuente Berriozabaleta, ubicada en un paraje idílico con unas increíbles vistas de los montes de Urkiola.

Paseando por Elorrio llegamos, inevitablemente, a la plaza central, donde se alza la Basílica de la Purísima Concepción; la más grande de Vizcaya por sus dimensiones, su belleza arquitectónica –su torre campanario es una copia de la Giralda de Sevilla- y su riqueza interior, pues alberga  el cuerpo incorrupto de San Valentín de Berrio-Otxoa. Se trata del oriundo más insigne de la ciudad, que alcanzó la santidad tras ser asesinado en Vietnam por no renunciar a la fe cristiana. Actualmente, es el patrón de Elorrio y copatrón de Vizcaya, y su impronta se palpa en diversos edificios de la villa.

Tal es la riqueza de este lugar, que el visitante incluso puede ir de cruceros… No a través de ningún medio acuático, sino siguiendo las nueve cruces (renacentistas, del siglo XVI) que marcaban un trazado sanitario en caso de epidemia y el recinto amurallado de la ciudad; por ello, portaban imágenes de santos a los que se encomendaban los viajeros al salir de la muralla.

Otro de los tesoros de Elorrio se encuentra extramuros. La Necrópolis de Argiñeta es uno de los monumentos funerarios más importantes de Euskadi; recoge 21 piezas entre sarcófagos y estelas, datados desde el siglo VII hasta la Alta Edad Media. Se ubica en un paraje mágico, junto a la ermita de San Adrián.

En el apartado de gastronomía, destaca su afamada morcilla, a la que dedican incluso una fiesta durante el puente de diciembre. Además, es posible degustar pan de caserío y pastel vasco, queso Idiazabal o esas pequeñas delicias tan representativas de Euskadi como son los pintxos; todo ello, por supuesto, acompañado de un buen txakoli. En cuanto a postres, no podemos perdernos las cuajadas, cualquiera de las tartas que salen del obrador de las monjas, ni los dulces dedicados a San Valentín de Berrio-Otxoa. Sobre dónde degustar esta excelsa gastronomía, una recomendación, Tánger Jatetxea: cocina casera tradicional, platos contundentes basados en productos de proximidad, una excelente relación calidad – precio, y un gran servicio. Allí nos atiende, con una gran sonrisa, Edurne, y se convierte en la mejor embajadora turística de la localidad, contándonos qué no debemos perdernos en la villa.

IMG-20180427-WA0005Y para los amantes de la naturaleza, recomendamos dos grandes planes…

El primero, un paseo tranquilo por Axpe Archondo, a unos 6 kilómetros de Elorrio. Se trata de un verde valle que ofrece una imagen bucólica al más puro estilo de los Alpes, y desde donde divisamos, imponente, el monte Amboto. La segunda recomendación es una ruta por el Parque Natural de Urkiola, a unos 25 kilómetros. Se ubica entre la sierra de Aramotz, los montes del Duranguesado y la sierra de Arangio. En una especie de vía crucis (realizado en un camino corto y muy asequible) a través de un hayedo que parte del Santuario de San Antonio, podemos contemplar un antiguo nevero, una preciosa ermita y… una de las imágenes más espectaculares de Euskadi: la que se divisa desde el Mirador de las Tres Cruces, una increíble panorámica del desfiladero de Atxarte y de Durangaldea.

En otra ruta un poco más extensa por el Parque podemos contemplar hayas, robles, abedules, encinas… y así hasta 700 especies de flora distinta y 137 de fauna. Como final a este recorrido, podemos visitar el Santuario de Urkiola o de San Antonio. La tradición dice que hay que dar 7 vueltas alrededor del meteorito que hay en su entrada para encontrar el amor; meteorito que descubrimos que no es tal, sino un mineral de hierro sacado de la mina de Santa Lucía y colocado en el lugar por el rector del santuario en 1929.

En cualquier caso, supersticiones aparte, acabamos nuestra escapada a Elorrio completamente enamorados de este entorno y la romántica villa. No en vano, en ella nació, un 14 de febrero… un San Valentín.