Si miramos al mercado, todo son sustos.

La volatilidad es impredecible y sus consecuencias, para nuestras vidas y las carteras, aún más. A lo largo y ancho del planeta son más de un centenar los parqués que cada día abren para el negociado de cerca de 30.000 títulos representativos de la economía en la que jugamos.

Mil millones de inversores se valen cada 24 horas de los números para hacer caja e ingresar en cuenta, pero el peligro nunca deja de acechar. Hace siglos fue Newton el que para la posteridad dejo la frase con la que, hoy, cerramos esta primera temporada de este podcast y que decía así: "Puedo calcular a la pulgada y al segundo las órbitas de los cuerpos celestes, pero soy absolutamente incapaz de predecir hasta dónde puede arrastrar las cotizaciones de la bolsa una multitud histérica".

Haciendo juego volvemos al Palacio de la Bolsa de Madrid para hacer historia.

Escucha el décimo episodio de "Historias de la Bolsa", un podcast de Javier Luengo en colaboración con BME:

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Ya fue en la antigua Grecia y Roma donde existía el principio de lo que hoy es un mercado corros de gentes a los que se les aplicaban unas normas. Mercaderes que tenían el peligro de cernirse arriba y a los que había que atar en corto con horas fijas para formalizar las transacciones.

No obstante, podríamos apuntan a que no fue allí sino en las lonjas, surgidas en Europa alrededor del siglo XII, cuando se establecen los primeros lugares oficiales donde se llevaban a cabo transacciones y compraventa de mercancías, debido a la concurrencia de mercaderes y comerciantes. Esto sí vendría a ser el primer antepasado de lo que conocemos actualmente como la bolsa.

Así se empezó a gestar un desarrollo económico sin precedentes con volúmenes que, poco a poco, fueron aumentando dando lugar al nacimiento de nuevos cargos y figuras en el sistema como los prestamistas, acaudalados (hoy, en su mayoría son bancos) que proporcionaban la financiación para cualquier operación a cambio de una garantía.

¿Y a qué le dábamos valor en aquel momento? Generalmente a las joyas y el oro. Pero ojo que fue también por esta época cuando aparecieron los siniestros templarios, los bancos propiamente dichos de aquellas primeras décadas de economía moderna en la que utilizaban su red de castillos y fortalezas de la Orden, la Orden de los Templarios para servir de lugar de depósito a aquellos que lo necesitaran, esto es, hacían de sus templos unas cámaras acorazadas como aquella que asaltaron en la Fábrica de Moneda y Timbre, primero y en el Banco de España, después la justiciera banca de La Casa de Papel.

Hoy nosotros también entramos en una sala protegida, pero no por llaves, contraseñas o huellas dactilares. Tampoco por las futuristas córneas sino por María Paz Alonso, la bibliotecaria del Palacio de la Bolsa de Madrid.

La 'cámara de los secretos'

Son cientos las acciones que se protegen y custodian bajo su mano. Cada acción, como nos dice el refranero popular español: “de su padre y de su madre”.

Con diseños que impresionan por la meticulosidad de los trazados. Con colores a cada una más llamativos y cupones, en algunos casos, canjeados por el tímido picoteo de una grapadora son el reflejo de cómo funcionaba y funciona el mercado. Hoy son apenas 35 las empresas que componen el selectivo del mercado español, el IBEX. A cierre de 2020, según los últimos datos disponibles en el Libro Electrónico de Órdenes, eran 2.750 las empresas que cotizaban en el mercado español.

La mayoría en BME Growth, el Antiguo Mercado Alternativo Bursátil (MAB) y donde llegan las advenedizas con ganas de ‘comerse el mundo’ y ganar algo de dinero de la mano de Bolsas y Mercados Españoles.

Y si ahora 2.750 empresas cotizadas les parecen muchas, piensen en las que habían antes. Que no todos eran Endesas, Inditex o Accionas. Años atrás cotizaban, por ejemplo, la mayoría de las empresas de gestión pública del agua de las provincias españolas. Todas se recogen en un extenso fondo.

De más de un millar de títulos donde también descansan aquellas que se encargaron de levantar en la Península Ibérica una red de ferrocarriles con las que vertebrar el país y otras muchas las de banca, nos decía Paz, son muy bonitas. En ellas se veía de todo.

Y todas ellas descansan, también, sobre sus manos y bajo su custodia en esta biblioteca donde se trata de no perder el pulso a la calle.

De ir a la moda en casos de rabiosa actualidad.

De las joyas y el dinero hoy venimos a negociar en Chicago, Nueva York o Londres el oro, petróleo o agua además del trigo, el maíz y el cacao. La bolsa es especulación. Apostamos por lo que pueda venir y recogemos lo sembrado sobre lo que ya ha pasado.

Y así fueron pasando los años en el mercado hasta que ya en el siglo XX, con crash del 29 llegaron las gigantes como Telefónica o Campsa.

Pero al poco estalló la guerra civil y el régimen franquista hizo de la española una bolsa española aislada y sin gran desarrollo durante décadas.

Con la muerte del dictador en los años 80 del siglo XX y la apertura de nuestro país a la inversión españoles España recupero el pulso bursátil que culminó en 1989 con la creación de la la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) y a aparición de los primeros sistemas de contratación electrónicos que pasan a sustituir a los de viva voz.

Poco a poco avanzamos Bolsas y Mercados Españoles (BME) va creciendo e impulsando a nuestro mercado hoy amparado bajo el paraguas de SIX.

Historias de la Bolsa: el secreto mejor guardado del Palacio

Entramos en el archivo histórico del Palacio de la Bolsa de Madrid donde descansan cientos de acciones que nos cuentan cómo eramos hace siglos