Pasos Perdidos, una estancia rodeada de cristales desde los que se observa el imponente parqué madrileño. Recubierta de mármoles blancos que reflejan, con la mayor de las transparencias, las paredes impregnadas de caduceos dorados y los símbolos que plagan este edificio.

Escucha el tercer episodio de "Historias de la Bolsa", un podcast en colaboración con BME:

¿Por qué ustedes compran hoy títulos del Banco Santander o tratan de colocar los de Inditex? ¿Sobre qué fundamentales firman sus operaciones en el mercado?

Muchos los hacen por el análisis técnico, porque al final, de lo que se trata, es de sacar rédito económico al capitalismo.

Algunos juegan con las acciones por simple aburrimiento. Antaño, por algo parecido y entonces pasos perdido servía para, por ejemplo, el conteo de cupones del que nos habla María Iglesias, responsable de eventos de BME, ya ni siquiera muchos saben de qué va.

Los eventos mantienen la vida de unas paredes que tiempo atrás fueron testigos de los mayores secretos del mercado. Sobre el lienzo del ladrillo: los caduceos.

Mirando hacia arriba un techo de cristal y vigas de metal, las mismas sobre las que se erigieron los 324 metros de altura de la Torre Eiffel de un París que iluminó las decisiones del arquitecto de la plaza: Enrique María Repollés y Vargas.

Diseño sin título

La peseta, una más

En Pasos Perdidos encontramos los vestigios de tiempos pasados. Encontramos el corazón de luna economía española aislada de Europa, encontramos los primeros símbolos de la peseta.

Pero hay más olivo y roble en la pared acechando a un cristal con una ventana que a pesar del impacto de la metralla no llegó nunca a romperse que, en cierto modo, expresa como nadie el resistir del mercado a los vaivenes de la economía.

Son cinco los disparos que hoy permanecen de la Guerra Civil que nos enfrentó hace más de 80 años de los que poco se sabe.

Hermes como ladrón

En lo alto, una alegoría a Hermes, el protagonista junto con su caduceo de nuestro anterior capítulo en el que se nos quedó en el tintero aquello de que entre los servicios a los dioses que desde la época grecolatina ha venido haciendo, era conocido también como el padre de los ladrones.

Alertas por los fumadores

Aunque volviendo a nuestro palacio y antes de cerrar de nuevos sus puertas dice el refranero popular aquello de que “no solo de pan vive el hombre” (tampoco de trabajo, apuntamos en nuestro caso) y en el de los corredores de bolsa, cuando a uno ya no le quedan razones para negociar, se iba al salón de las reuniones informales se le conoce como el “Salón de Fumadores”.

Una estancia que entre los retratos de Alfonso XIII (bajo cuyo reinado se levantó este edificio) y ahora, el emérito Juan Carlos I, dio más de un susto a los madrileños.

Porque hace tiempo (no tanto) se fumaba hasta en un quirófano y del estrés suscitado por las ganancias y pérdidas del mercado, los corredores vivían con el corazón encogido.

Un corazón que también lo tenían a flor de piel ciudadanos que pasaban por el Paseo del Prado y al ver la humareda que, en algunos casos, escapaba por las ventanas tuvieron que llamar a los bomberos para apagar un fuego que no era tal y en más de una ocasión soltar aquello de "falsa alarma".

Hoy Pasos Perdidos es una estancia de recreo y paso para los centenares de visitantes que van allí, conocen su historia y sin el cigarro en la mano, evocan tiempos pasados.

Después, entre las curiosidades y risas que suscita Fumadores se dirigen al Salón de Cotizar, el verdadero corazón de este templo donde se cometieron los grandes aciertos y errores del mercado español.