"Ya no hay que pensar en una diversificación entre renta variable y renta fija, el mundo de las inversiones se ha hecho mucho más líquido, ha evolucionado", explica Ana Guzmán, responsable de Aberdeen Standard Investments para el Sur de Europa.

Esa evolución en el mundo de las inversiones ha abierto un universo de activos que antes sólo se contemplaban como una inversión ilíquida, como es el caso del capital riesgo, los bonos ligados a la inflación o ligados a las catástrofes, los royalties... El inversor de hoy en día tiene a su disponibilidad estos activos en formatos que los hacen más accesibles, lo que permite descorrelacionar más la cartera.



Un ejemplo lo encontramos en los bonos ligados a catástrofes naturales, que actúan como seguro ante impactos de huracanes, inundaciones y relacionados. En septiembre de 2017, estos activos sufrieron mientras la renta fija y la renta variable vivían un importante rally. "En momentos así, estos activos restan rentabilidad al fondo", señala Guzmán. Pero ése sería el ejemplo visto desde el lado negativo, en el lado positivo, "la realidad es que ahora que los mercados de deuda y la renta variable presentan mucha volatilidad, nos beneficiamos de estos activos con mayor estabilidad en flujo de caja".