Casi un año después de que al filo de la Nochebuena el Reino Unido y la Unión Europea pactaran la salida del primero del bloque comunitario con un acuerdo comercial que se estuvo cocinando durante casi cinco años, ambos trenes vuelven a chocar.

Como consecuencia del Protocolo de Irlanda del Norte y también por la lucha con Francia a cuenta de las cuotas de pesca en el Canal de La Mancha, el enfrentamiento alcanza nuevas cotas de tensión.

En los mercados, una noticia de calado y a raíz de esta situación queda a cargo de una de las mayores aerolíneas del mundo, Ryanair. El consejero delegado de la irlandesa, Michael O'Leary dice estar valorando una posible "exclusión de la Bolsa de Londres", por, dice: "una caída del volumen de negociación como consecuencia inevitable del Brexit".

"Ryanair debe ser propiedad y estar controlada por la Unión Europea", confirma O'Leary .

Más allá de Ryanair

La aerolinea puede ser la primera gran empresa en abandonar el parqué londinense tras la ruptura de lazos de Londres con Bruselas, pero no la única.

Con las acciones británicas cotizando con un descuento frente a los índices globales, el mercado de valores de Londres se está reduciendo a uno de los ritmos más rápidos entre los centros de cotización globales.

De hecho, en agosto, el FTSE 100 perdió de su lista a BHP Group, la segunda firma por capitalización más importante del mercado británico, después de que la firma haya maniobrado para transportar su cotización primaria a Australia.

No es prioridad

Con la salida de Londres, Ryanair mantendrá la cotización principal en el Euronext de Dublín y confirma su posición en el Nasdaq estadounidense. A día de hoy, apenas un 10% de los títulos de la firma se negocian en el parqué del Reino Unido.

De hecho, desde enero, Ryanair ya ha restringido a los británicos (ciudadanos no europeos) la compra de títulos ordinarios de la firma y ha suprimido sus derechos de voto en un afán por defender, aseguran, su "pertenencia a la UE".