El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, asegura que su Gobierno no calificará a China como manipulador de divisas, en un cambio de postura respecto a su promesa de campaña, incluso pese a que afirmó que el dólar se está fortaleciendo demasiado y que podría perjudicar a la economía: "Creo que nuestro dólar se está fortaleciendo mucho y en parte eso es mi culpa porque la gente tiene confianza en mí. Pero eso puede resultar perjudicial, provocará daños finalmente".

En una entrevista con el The Wall Street Journal, Trump también dijo que le gustaría que los tipos de interés en Estados Unidos permanezcan bajos, para evitar el ascenso de la divisa, algo que "dañaría la economía". Estas declaraciones han pasado factura al dólar y a los rendimientos de los bonos del Tesoro, que han retrocedido.

Entre sus declaraciones también destaca que dijo respetar a la presidenta de la Reserva Federal Janet Yellen, y que no estaba descartada para un nuevo periodo a cargo del banco central una vez que termine su actual mandato en el 2018.

Estados Unidos calificó por última vez a China como manipulador de divisas en 1994. Según las leyes estadounidenses, la denominación puede iniciar una investigación y negociaciones sobre tarifas y aranceles comerciales.

Todos estos movimientos han afectado hoy también a la sesión asiática, que ha cerrado en negativo. Por otro lado, la balanza comercial china ha superado las previsiones gracias a la renovada fortaleza de las exportaciones tras un déficit sorpresivo en el mes anterior. El saldo entre exportaciones e importaciones arroja un superávit de 23.930 millones de dólares en el tercer mes del año, frente al déficit de 9.150 millones de febrero. En concreto, las exportaciones suben un 14,8%, mientras que las importaciones se disparan un 31,1% en el primer trimestre.

Además, el Banco Mundial mantiene su previsión de crecimiento del 6,5% para China en 2017 y de ralentización moderada en los dos años siguientes en el marco del cambio de modelo económico de este país. En su último informe, se advierte del problema de la deuda corporativa en el gigante asiático, cuyas empresas, especialmente las estatales, cerraron 2016 debiendo el equivalente al 170 % del PIB.