Era impensable hasta ahora, pero sucedió. Japón arranca con la subida de precios. La isla asiática, nadando a contracorriente del mercado durante el último año, con inflaciones negativas cuando en el resto del mundo se disparaban se suba a la ola.

El incremento de costes por los problemas de la cadena de suministro hace mella en la economía nipona. ¿Y ahora qué?

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Japón deja de ser el 'salmón' del mercado y sucumbe a la inflación

Los analistas no creen que, en los próximos meses, la presión sobre los precios haga mella en la economía asiática aunque una mayoría de japoneses les llevan la contraria

Estados Unidos sobre el 7% y la zona euro en el 5%, máximo desde 1997. Mientras, en Japón tratan de luchar como pueden contra el “signo negativo” y, a la contra, lo que hace es todo lo posible para, en vez de relajar los precios, presionar para su subida.

Una patada hacia delante para ir a la par de un sistema que su economía no entiende.

Pero hasta ahora… ¿qué ha estado pasando hasta ahora? Más allá de las tendencias globales - de las que Japón no escapa – Japón es una isla en el Pacífico. Geográfica y económicamente hablando.

Aunque la tensión existe: en octubre, los precios al productor repuntaban un 7,9%. Los costes de importación ganaban un 38% si lo contamos en yenes mientras que los derivados del petróleo y la madera han sumado, respectivamente, un 45% y 57%.

Incrementos que, dicen los que saben, podrían haber sido compensados por un factor idiosincrásico. Y atención a esto: parte de las razones se esgrimen por una campaña del gobierno de Tokio contra las ‘telecos’.

El Ejecutivo de Fumio Kishida, primer ministro desde octubre, las tomó con las operadoras de móviles y les obligó, ley mediante, a bajar los precios. Y esto, afecta al IPC que ve como caen estas facturas más de un 28% de año en año.

A esto hay que sumarle, como ya hemos visto, la particularidad de la economía nipona con respecto a la inflación que sigue siendo una máxima entre las declaraciones de los diferentes bancos centrales mundiales como la Reserva Federal (FED), el Banco Central Europeo (BCE) o el Banco de Inglaterra.

La meta, eso sí, la tenemos todos en el mismo punto: 2%. Ya sea por querer presionarla hacia abajo – el caso de Occidente – ya se por apostar por su empuje – Oriente, aquí, se lleva la palma.

Para esto, en Japón, ya están preparados. La inyección de yenes a disposición del sistema. Lo confirma el gobernador del Banco de Japón, Haruhiko Kuroda.

Su imagen sobre la economía, en todo caso, es la más positiva de los últimos ocho años. Y ahora, la inflación – casi dos años después - se espera que arranque con la escalada.

Mantener el apoyo

Mirando a fondo la estadística, el IPC subyacente, el realmente importante porque excluye la energía – desbocada, en estos momentos – rebota ya por encima del consenso del mercado. Más de medio punto porcentual. A pesar de ello, lo dice Kuroda, la situación sigue siendo preocupante y las inyecciones de dinero necesarias.

Tras años de precios y salarios estacados, la economía japonesa está nerviosa. Tiene miedo a alienar al mercado con una oferta y una demanda desacompasadas. Y, ante esto, las empresas, con el cinturón ya más que ajustado, han decidido que es el momento de traducir la presión sobre los costes en los precios.

El debilitamiento del yen encarece el combustible, las importaciones y cuenta Reuters que algunas empresas como Vixen, que controla casi el 60% del mercado de telescopios, ya ha anunciado que va a subir los precios. Un 24%, unos 1.000 dólares, al cambio.

Shirakawa Sogyo, firma de importación y exportación de violines, ya ha repercutido sus problemas de cuentas en la factura. Por sus instrumentos, quien los quiera, tendrá que pagar un 36% más.

¿Conllevará esto una pérdida del ‘oremus’ sobre los tipos de interés? No lo cree así el supervisor del país. Hay que moverlos. Tampoco.

¿Momento de subir tipos?

Muchos dicen que sí porque como los precios, a día de hoy, son artificialmente bajos, los japoneses estarán dispuestos a asumir estos repuntes.

Así las cosas, es el propio Banco de Japón el que prevé un aumento nulo (0,0%) del índice de precios de consumo (IPC) acumulado en el ejercicio fiscal en curso, que acabará a finales de marzo de 2022, mientras que para el próximo año estima que el indicador avanzará un 0,9 %.

Asímismo, la mayoría de los japoneses, un 80% esperan que la inflación acelere su marcha en 2022 y que tras años de ir a la contra, se deje atrás la deflación.

A la espera de los números. Japón, parece, ahora sí, que dejará de ser el salmón del mercado. Que dejará de nadar a contracorriente y que la isla en el Pacífico ya no será aquella zona del mundo por la que la inflación pasó sin pena ni gloria. Como su sol, los precios, están en fase naciente.