El Foco de Mercado Abierto lo colocamos en el Mediterráneo al que Joan Manuel Serrat le cantaba por sus atardeceres rojos con su alma de marinero. Al que añoraba y quería al tiempo que conocía y temía.

Mediterráneo por el que Israel y Líbano han llegado a un acuerdo histórico pacto para la delimitación de la línea de explotación de los yacimientos de gas en el mar que compartimos con italianos, griegos y aquellos de Oriente Medio donde el conflicto parece la orden del día y los entendimientos hablan de un surrealismo mágico.

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

Israel y Líbano: aguas mediterráneas (con gas) para controlar Europa

Ambos países, con relaciones diplomáticas rotas desde la guerra, cierran un pacto histórico para hacerse con las reservas de gas natural que abastacerán al viejo continente

Dos años de negociaciones, aupadas por Estados Unidos, porque ambos países no se hablan - al menos, diplomáticamente - por las guerras que los enfrentaron durante décadas pasadas. Exploración de yacimientos offshore, es decir, aquellos que se realizan mar a dentro y que en una guerra energética como la que estamos vienen muy bien porque del gas natural que venderán a Europa en lo que se viene, vivirán estos países.

Borradores satisfactorios tras unas guerras que enfrentaron a todos contra todos. Grupos religiosos y políticos con guerrilleros que a principios de años se enfrentaban en una insólita guerra con drones. Aviones no tripulados de Hezbolá que han ido sobrevolando con el tiempo el Mediterráneo para ver cómo se repartían las aguas de nuestro mar.

Hezbolá, con quien Israel libró una guerra en 2006 en la que murieron más de 1.000 libaneses (en su mayoría civiles) y 165 israelíes, ha respaldado el acuerdo, al considerar “importante que Líbano obtenga sus recursos naturales” aunque sea con un reloj que apretaba a ambas partes para cerrar el pacto.

Por un lado, en Israel porque el líder de la oposición, el derechista Benjamín Netanyahu, tiene opciones de regresar al poder en los próximos comicios y es muy crítico con el pacto que califica de “rendición total” mientras que en Líbano estaba decidido a finiquitarlo durante su mandato, que concluye el último día de este mes.

Controles extranjeros

No será un acuerdo entre los dos países porque no tienen relaciones diplomáticas, sino cada uno por separado con Estados Unidos en un texto se enviará a la Organización de las Naciones Unidas para que lo ratifiquen los grandes socios.

Un pacto con claves: la primera la que reside en la línea 23, un punto intermedio que se pedía por todas las partes, como divisoria de los alrededor de 850 kilómetros cuadrados del Mediterráneo que abarcan los yacimientos de Karish y Qana. Israel explotará el primero y Líbano, el segundo.

¿Problemas?

Existen. Qana sobrepasa la línea 23 y está previsto que la francesa TotalEnergies, parte del consorcio explotador, haga de intermediario y pague una parte a Israel. De todas formas, para evitar choques, habrá una “zona franca” en la que nadie tenga una soberanía definida para que el futuro se vea qué hacer con ella.

A esta hora, en Líbano, la explotación está paralizada en Líbano, inmerso en una brutal crisis económica exacerbada tras una catastrófica explosión en 2020 en el puerto de Beirut y que ha hundido en la pobreza al 80% de la población y rebajado un 95% del valor de la moneda frente al dólar.