Cada año, cuando comienza el Foro Económico Mundial, se presenta el Informe Global de Riesgos, publicado por el propio Foro con el apoyo de Marsh & McLennan. Precisamente, el Managing Director de Marsh España, José María Carulla, ha examinado en Capital Radio cuáles son las principales amenazas globales a las que nos enfrentamos. Destacan, especialmente, las enfermedades infecciosas. Aquí puedes escuchar la entrevista completa:

Estos son los riesgos globales para 2021

Los cuenta José María Carulla, Managing Director de Marsh España

Según Marsh, los principales riesgos han cambiado ligeramente respecto al año pasado. Los aspectos que más preocupan de cara a los próximos diez años continúan siendo los riesgos medioambientales, pero también se han incorporado con fuerza las enfermedades infecciosas.

Carulla afirma que el informe refleja que “los dos principales retos que, como sociedad, estamos afrontando son la salud del planeta y la salud de los seres humanos. Es una llamada a que podamos coordinarnos empresas, gobiernos y sociedad para desarrollar planes y políticas que nos permitan vivir en un mundo lleno de oportunidades”.

En el top 10 de mayores riesgos globales, también se han consolidado con fuerza los riesgos tecnológicos, sociales y geopolíticos. El Managing Director de Marsh España, destaca algunos aspectos concretos que se han incorporado a las mayores amenazas: la concentración del poder digital, la desigualdad digital derivada de la brecha tecnológica y la fractura entre relaciones de los estados.

Los ciberataques es otro de los riesgos constantes y crecientes en los últimos años. De hecho, “se han incrementado y el 2020 ha supuesto un año récord tanto en nuestro país como a nivel internacional. Quizás, este hecho ha estado influenciado por la salida hacia el teletrabajo y que las infraestructuras no estuvieran preparadas.

El blanco de los ciberdelincuentes, “seguirán siendo los estados y los organismos no estales. Los ataques irán a peor en cuanto sofisticación y a peligrosidad”.

José María Carulla recuerda que “ya en los años 2006 y 2007, el informe advertía sobre un riesgo que calificaba como ‘la propagación de un gripe letal’ y que hablaba de que seríamos incapaces de prever o de alertar, además también señalaba algunas consecuencias que estamos viviendo en estos días, como la caída en el turismo, en los servicios industriales o la interrupción en las cadenas de suministro”.

Los horizontes temporales de los riesgos

Por primera vez en este Informe Global de Riesgos, los encuestados han clasificado los riesgos de acuerdo al momento en el que perciben que van a representar una amenaza crítica para el mundo.

El Managing Director de Marsh España explica que en los riesgos más inminentes, los de corto plazo, destacan las ya citadas enfermedades infecciosas, la crisis para el empleo y la generación de ingresos en las personas y, sobre todo, falta de ciberseguridad y desigualdad digital.

A medio plazo, de tres a cinco años, se percibirían los efectos colaterales de los riesgos a corto plazo. Preocupan mucho los riesgos tecnológicos y económicos.

Más a largo plazo, entre cinco y diez años, destacan “el colapso de los estados o aspectos medioambientales, como la pérdida de la biodiversidad. Hay también uno muy interesante, los avances tecnológicos adversos, es decir, cómo la tecnología puede evolucionar de una manera diferente a la que nos podamos esperar”.

Por otro lado, ha emergido también con fuerza una preocupación: la desilusión de los jóvenes. Uno de los motivos es que el 80% de los trabajadores jóvenes están empleados en los sectores más afectados por la pandemia. El informe avisa de que, en la población joven, también se está percibiendo un incremento de las enfermedades “más mentales, como podría ser el estrés o la ansiedad”.

Otro punto llamativo es que la brecha digital entre los jóvenes está incrementando las desigualdades. Carulla detalla que “cuando los jóvenes tuvieron que salir de las escuelas y las universidades para atender a clase a distancia, se estima que cerca de un 30% de los estudiantes no tenían el acceso a los medios mínimos, ya sea conexión a internet o un equipo que le permita conectarse a distancia”.