El cambio climático es una realidad, sus efectos son cada vez son más latentes a escala global, y el agua es uno de los recursos que más sufre sus consecuencias. “De manera general lo que influye en la contaminación del agua es que somos muchos en el mundo. La superpoblación genera de cambio climático, y por ende contaminamos el agua”, aporta Eloy García, director del instituto de investigación IMDEA Agua.

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Esta visión panorámica suscita una necesidad básica: concienciar. “La educación es un aspecto fundamental. Hay que saber que el agua es un bien escaso, no se puede desperdiciar ni un litro. Tenemos que ser claros”, defiende Pedro Martínez representante de Asociación para la Defensa de la Calidad de las Aguas (ADECAGUA). Educación y concienciación a todos los niveles, desde los gobiernos hasta la ciudadanía.

Los retos son inmensos. “Uno de los grandes desafíos es la diferencia entre las zonas rurales y urbanas. Hay lugares donde el tratamiento hídrico difiere bastante del resto. Hay zonas en las que incluso no se está tratando el agua usada”, apunta Juan Manuel Ortega, secretario técnico de la Asociación Española de Reutilización Sostenible del Agua (ASERSA).

Los expertos son claros: hace falta innovación. “Los métodos urbanos no han sufrido grandes modificaciones conceptuales en el último siglo. Debemos pensar en la posibilidad de implantar nuevas formas de tratamiento del agua. O por lo menos, replantear los existentes”, añade Eloy García.

Métodos que pasan, por ejemplo, por la recarga de acuíferos, adaptación de disciplinas de la economía circular o tratar de descentralizar las plantas de tratamiento. Todos con un fin común: preservar los recursos. “Hay que investigar en tecnologías de bajo coste. El reto está en el dinero y la falta de debate entre los actores implicados”, señala Martínez.

La solución pasa por adoptar la legislación, pero sobre todo por potenciar la concienciación ciudadana y mejorar la forma en la que tratamos el agua.