Tras revisar el Tratado de Libre Comercio de América del Norte, con el acuerdo cerrado ayer entre Estados Unidos y México, se eleva la presión sobre Canadá y también sobre la propia Casa Blanca, que debe reformular su estrategia comercial en el conflicto con China.

Ante Canadá se presentan dos opciones: aceptar lo pactado entre Estados Unidos y México, con los cambios que consiga introducir, o quedarse fuera del antiguo NAFTA e intentar negociar un acuerdo bilateral con Washington. Con un distanciamiento evidente entre dos aliados históricos, el canadiense Justin Trudeau y su equipo están ya negociando con sus homólogos estadounidenses.

El pacto deja poco tiempo para resolver los desacuerdos pendientes. La oficina de Representación Comercial de EEUU presentará al Congreso el acuerdo antes del viernes y tras ese trámite deben transcurrir 90 días, según fija la ley, para que el Gobierno lo firme y pase de nuevo a aprobarse en la Cámara. Pero para eso, es necesario incorporar a Ottawa, ya que a los legisladores estadounidenses se les había notificado un acuerdo a tres bandas, no a dos como finalmente ha sucedido.

Si Canadá no se suma, será más difícil obtener el visto bueno del Congreso y la Casa Blanca tendría que pedirle a la Cámara que aprobara por separado una vía bilateral. Un proceso que en total requeriría como mínimo 180 días y, en cualquier caso, debería también enfrentarse a la oposición de algunos miembros de las filas republicanas.

Para México el reloj también corre, ya que a Enrique Peña Nieto le quedan pocos meses en la presidencia y quiere firmar el pacto antes de que le releve en el puesto Andrés Manuel López Obrador el 1 de diciembre.

"Este acuerdo en particular es muy importante si es un paso hacia la resolución de esta guerra comercial", explica Josh Blechman, director de mercados de capitales de Exponential ETFS. "Si pueden aprovechar este acuerdo con México para traer a Canadá y reemplazar al NAFTA, particularmente si pueden hacerlo en términos que sean mejores para Estados Unidos, ese podría ser el primer paso para volver a poner a China seriamente sobre la mesa y discutir su propio acuerdo comercial. A nadie le gusta la idea de las tarifas. Sin embargo, podrían ser un punto de negociación necesario mientras buscamos un acuerdo comercial más favorable para el país", añade.

El éxito -en principio- de Trump en el acuerdo con México abre la puerta a la posibilidad de reanudar nuevos tratados con la Unión Europea o China. En el frente comercial europeo, la canciller alemana, Angela Merkel, coincide con Trump en la necesidad de mejorar las relaciones comerciales entre Bruselas y Washington y apoya la necesidad de conseguir una relación comercial más profunda.

Pero la batalla más dura es la referente al capítulo asiático. Tras dos días de conversaciones infructuosas con Pekín la semana pasada, Estados Unidos y China se impusieron una nueva ronda de aranceles mutuos. Esta misma semana podría volver a reunirse ambas delegaciones en un nuevo intento de acercar posturas en un escenario en el que Trump ahora se siente fuerte.