Fruto de los diferentes acuerdos de colaboración europea para la división del continente africano, a finales del siglo XIX, en el marco de la Conferencia de Berlín, nació el G7.

Este Grupo de los Siete, que en su día llegó a ser el de los ocho (con Rusia incluida) es como se denomina al grupo de los siete países más industrializados y con mayor poder del planeta (Estados Unidos, Alemania, Francia, Italia, Reino Unido, Canadá y Japón).

Del 24 al 26 de agosto, Biarritz (Francia) será el escenario en el que, 134 años después, se vuelvan a reunir unos líderes, con más diferencias que puntos de encuentro, pero con un objetivo común, defender los intereses de cada una de sus naciones en entorno en el que las disputas comerciales, diplomáticas y militares están a la orden del día.

Biarritz se convertirá en un buque inespugnable los próximos días con miles de agentes de las fuerzas armadas española y francesa, por tierra, mar y aire, protegiendo una zona que se prevé convulta ante los anuncios de biocot a la cumbre que están llevando a cabo diferentes asociaciones contrarias al modelo neoliberal y capitalista.

Y este arquetipo de país es el que Donad Trump defenderá ante sus aliados mundiales.

El presidente estadounidense ya tiene todo preparado para entrar a paso triunfal en una cumbre en la que dejará entrever cómo las políticas económicas de su gobierno son las que "todos deberían seguir".

Si bien el G7 se entiende como una reunión multilateral entre las potencias, el magnate norteamericano entiende que debe alejarse de este modelo y empezar a crear uno propio. Por ello, mantendrá una serie de conversaciones bilaterales con sus homólogos en Reino Unido, Francia, Alemania, India, Japón y Canadá.

Pero tampoco Trump llega sin piedras en la mochila a Biarritz. La reciente decepción tras la negativa de Dinamarca a venderle Groenlandia o la dispuesta abierta en su país contra la Reserva Federal, a quien acusa de "ponerlos en deventaja frente a, por ejemplo, Alemania que compite con los Estados Unidos" separan los puntos de encuentro de EE.UU. y el resto de potencias.

No obstante, Donald Trump asegura que su "agenda económica a favor del empleo y el crecimiento está funcionando" y afea a sus pares la imposición de un modelo contrario en Europa que "a la vista está, está dejando un crecimiento estancado".

El multimillonario también buscará abrir los mercados de Europa, Japón y Canadá a las empresas estadounidenses en medio de una crisis comercial sin precedentes no solo con China sino también con Francia, a cuyo vino a amenazado con imponer aranceles si los galos no suprimen el impuesto a los servicios digitales que afecta a las grandes tecnológicas estadounidenses.

La ciudad vasco-francesa también será el emplazamiento en el que el lider toryu, Boris Johnson, se reúna por primera vez con Donald Trump siendo presidente del Reino Unido. No se prevé que se discutan asuntos relevantes entre ambos más allá de los acuerdos comerciales entre los anglosajones y el Brexit.

Desde Washington Trump ha tenido alguna que otra palabra de afecto hacia Rusia, la gran ausente a la reunión de verano en Biarritz suspendida en 2014 por la guerra con Ucrania. El presidente considera "adecuado" que Rusia regrese y se vuelva de nuevo al modelo del G8 ya que este formato "sería beneficioso para todos" afirma Trump.

Sin embargo, este no será un tema que se coloque sobre la mesa, según los expertos consultados ya que la UE se ha enrocado en su negativa a la incorporación por la posición de la Federación Rusa en el conflicto con Ucrania.