Eso que nos dicen de que estamos destruyendo el medio ambiente y nuestra propia salud incluso, por la el tipo de economía por el que estamos apostando, parece haber calado en nuestras decisiones, que cada día son más éticas. Tanto, que casi 3 de cada 4 españoles ya tomamos decisiones de consumo con motivos éticos.

Un 69% de nosotros hacemos la compra pensando en favorecer el bienestar animal, un 85% evitamos comprar prendas de ropa que realmente no necesitamos y un 79% siempre intentamos ir a pie a los sitios. Son cifras de un informe de la OCU. ¿Son cifras reales? ¿A la hora de la verdad, compramos con criterios éticos o nos dejamos llevar más por el precio? Escucha el reportaje completo en el siguiente podcast.



Según el informe, 7 de cada 10 españoles estamos dispuestos a pagar más por productos y servicios éticos. Claro que este porcentaje lo tenemos que desglosar y es que solo un 10% pagaría más, sea el producto que sea, mientras que un 36% está dispuesto a pagar solo un poco más.

¿Verdadero o falso? ¿Esa cifra de que el 73% de los españoles compramos con criterios éticos es real o es simplemente lo que nos gustaría que fuese? ¿Es más una intención que una decisión real? Hemos salido a la calle para preguntárselo a la gente, y nos ha sorprendido mucho la rotundidad de uno de los entrevistados. Nos decía que esa cifra no es real y que lo que realmente nos mueve es el precio.

De las 8 personas que hemos entrevistado, la mitad, un 50%, dicen que no se fijan en criterios éticos cuando consumen. Y los motivos que nos dan son sorprendentemente rotundos: nos dicen que la ética en los productos ‘eco’ es pura estrategia de marketing y que no es real, y también que los que le prestan atención a estas cosas están perdiendo el norte.

Otro de los motivos más recurrentes entre los detractores del consumo ético es el precio. No están dispuestos a pagar, por ejemplo, 2 euros por unos huevos puestos por gallinas libres, si en esa misma estantería tenemos aparentemente los mismos por 80 céntimos. Quizá la clave está en que, como decía el agricultor con el que hemos hablado, muchas personas no se creen eso de los productos ecológicos y lo que tienen que hacer las empresas es demostrar lo que dicen porque las palabras se las lleva el viento.