El Foco de Mercado Abierto lo colocamos en Samarkanda, la antigua capital de la Ruta de la Seda, presenta edificios que recuerdan la riqueza que generaba esta antigua ruta comercial.

Más de dos milenios de historia están encerrados entre los muros de este enclave, en Uzbekistán, que vuelve a ser uno de los puntos calientes del mundo en este siglo XXI.

Escucha la historia completa en este podcast de Mercado Abierto:

La última vez que el presidente chino y el mandatario ruso se vieron las caras fue para declarar, triunfalmente, una “nueva era” en las relaciones internacionales. En una declaración conjunta de 5.000 palabras se hablaba de una amistad “sin límites” hablando de quejas compartidas hacia Estados Unidos y aliados.

Más de 200 días después, Xi y Putin se dan cita, de nuevo, en una cumbre regional en la ciudad de Samarkanda, en el sureste de Uzbekistán. En un mundo que mucho ha cambiado en menos de un año, pero no necesariamente en la manera en la que China o Rusia podrían haber predicho.

Y es que pocos días después de que en Pekín ambos líderes se reunieran en el marco de los Juegos Olímpicos de Invierno Putin lanzó una invasión a gran escala de Ucrania. Se esperaba una victoria rápida, pero siete meses después los ucranianos recuperan posiciones y Moscú está de cara a una pared que no es capaz de derribar con fuerzas agotadas, desmoralizadas y ocupadas en la huida.

Y eso tampoco interesa a China porque una Rusia derrotada fortalecería a Occidente y la convertiría en un activo menos útil y confiable en una ofensiva a Washington, aunque la línea del peligro es muy fina porque si Xi se alía demasiado con Putin se expone a unas sanciones occidentales que no le interesan y que, de hecho, dañarían el desarrollismo del país hacia Europa a solo unas semanas del Congreso del Partido Comunista chino en el que Xi espera revalidar cargo de cara a un tercer mandato.

Aunque esta crisis tiene otra derivada y es que Pekín intensifica sus ataques militares contra Taiwán. Quieren recuperarla, pero no hacerlo como Putin está intentando con Ucrania y ve que no puede.

Rusia, un problema

Tampoco hay garantías de que una Rusia sin un Putin fuerte interese a una amistad “sin límites” con China. En el peor de los casos, el país euroasiático podría virar más hacia Occidente dando la espalda a un dragón dormido que quiere dejar de vivir en el letargo.

Hasta ahora, Pekín ha evitado cuidadosamente acciones que podrían violar las sanciones occidentales, como proporcionar ayuda militar directa a Moscú. El acceso al mercado global es crucial para China, especialmente cuando su economía ya está acosada por graves problemas, desde la desaceleración del crecimiento, el aumento vertiginoso del desempleo juvenil hasta el colapso del mercado de la vivienda.

Vender armas está bien, pero no es suficiente. Recursos energéticos no tiene y el petróleo barato de Moscú es una ‘ganga’. Respecto de las compras de gas natural licuado, las cifras hablan de un incremento superior al 54%, sobre las 397.000 toneladas, según cifras de aduanas.

¿Un nuevo orden mundial antioccidental?

La guerra en Ucrania es el gran “elefante en la habitación” que en Samarkanda, ciudad clave - por capital - en la Ruta de la Seda china, todo el mundo tendrá en mente, pero nadie verbalizará.

China, Rusia, Irán… los grandes enemigos de Estados Unidos reunidos con una preocupación: que Moscú extienda tanto sus tentáculos que pueda socavar los esfuerzos de años y años de trabajo para dar forma a un nuevo orden mundial.