Los test de estrés a la banca del Viejo Continente que ultima la Autoridad Bancaria Europea (EBA, por sus siglas en inglés) para el ejercicio 2020 ya se están llevando a cabo. Por cierto que incluirán por primera vez la posibilidad de que las entidades inmersas en procesos de fusiones y adquisiciones adapten sus cuentas para reflejar de manera anticipada los efectos de estas operaciones en los ejercicios que simulan su resistencia a determinados escenarios críticos.

Además hoy la ministra de Economía en funciones, Nadia Calviño, se ha mostrado satisfecha con la "positiva" la evaluación que la Comisión Europea (CE) y el Banco Central Europeo (BCE) hicieron del sector bancario español en su último informe de supervisión de la situación española tras el rescate a la banca.

En el informe publicado el viernes, la CE y el BCE advierten de que la ralentización del crecimiento, la incertidumbre global y los costes por litigios pueden minar la rentabilidad de la banca española, y de que cumplir los requisitos de capital europeos será un reto para algunos bancos. Aunque destacan en su informe que la rentabilidad de la banca aumentó en 2018, también advierten de que hay "riesgos emergentes que necesitan ser vigilados".

Test de estrés: el día después

Entre 2011 y 2016, el Banco Popular solo suspendió uno de los cuatro exámenes de solvencia a los que le han sometido el Banco Central Europeo (BCE), la Autoridad Bancaria Europea (EBA) y el Banco de España. Además en el único caso en que suspendió, se solucionó con una ampliación de capital de 2.500 millones. El banco ganó tiempo pero terminó quebrando en junio de 2017.

En enero de este año, el gobierno italiano decidió actuar para salvar la Banca Carige, intervenida por el Banco Central Europeo desde el 2 de enero, con tres administradores temporales al frente, tras el fracaso de su ampliación de capital y la posterior dimisión de la cúpula directiva. El ejecutivo aprobó un decreto ley que contemplaba una serie de medidas para que la antigua caja de ahorros genovesa pudiera acceder a recursos de liquidez públicos e inyecciones de capital por parte del Estado, en caso de que lo solicite. En los test de estrés publicados en 2018, se desveló que mostraba fragilidad solo en un escenario adverso. En todo caso la situación no se consideraba tan grave como para poner sobre la mesa una intervención inmediata del Gobierno. Sin embargo, la situación real de Banca Carige era peor de la prevista y por eso el ejecutivo movió ficha. Ahora el banco italiano, que sigue intervenido por el BCE, estudia una ampliación de capital por valor de hasta 800 millones de euros, el doble de la que planteaba lanzar a finales del pasado año.

Son los casos más recientes, y eso que la EBA ha ido modificando y mejorando sus tests, porque sí que es cierto que, tras cada prueba de esfuerzo, y pese a superarlas, se constata que algunos bancos no tienen la capacidad y fortaleza que las pruebas anunciaban.

Test de 2010 y 2011: Las dificultades de Deutsche Bank, Unicredit o Banco Popular no aparecían en los resultados de las pruebas. Pero no son los primeros casos. Daban además el visto bueno a las cuentas del Allied Irish Banks o de BFA-Bankia, y unos meses más tarde España pedía un rescate financiero para capitalizar BFA-Bankia e Irlanda nacionalizaba el AIB inyectando 3.700 millones de euros.

Test 2012: Se les pasó advertir a Portugal, cuyo principal banco, el Espirito Santo, comenzó a dar señales de agotamiento, y fue rescatado año y medio después; el gobierno portugués dividió en dos la entidad e inyecto en la parte saneada 4.900 millones de euros.

Test 2014: En este caso no hubo caída de ningún banco, aunque el Banco Santander necesitó ampliar capital por 7.500 millones de euros en 2015. Algo que tampoco apareció recogido en las pruebas de estrés.

Ahora preocupa Deutsche Bank. ¿Qué le pasa? Pues está perdiendo dinero, porque los inversores están saliendo del banco. Cerró ya en 2015 con pérdidas históricas 6.890 millones de euros (casi un tercio de ellas se concentraron en el último trimestre del año). A ello se suma que las autoridades estadounidenses y británicas multaron a la entidad con 2.500 millones de euros por un escándalo de falsificación contable, violación de sanciones internacionales y manipulación de las tasas de interés. Además del pago de las sanciones, preocupa su alta exposición a derivados financieros relacionados con materias primas como el petróleo. También le afecta la política de tipos de interés bajos del BCE y la desaceleración china, que hacen prever escaso margen de rentabilidad. Hoy el banco, que no consiguió fusionarse con Commerzbank, ha anunciado 18.000 despidos.

Deutsche Bank y Commerzbank superaron los test de estrés de la EBA con uno de los resultados más bajos de la banca europea, quedando por debajo de la media del sector en materia de solvencia en un escenario de crisis bancaria. Así que habrá que ver qué recogen los próximos test de estrés... y quiénes sobreviven.